12.3.09

Es el momento perfecto para recordar un trocito del pregón sevillano del año 2000 por Joaquín Caro Romero...¡A disfrutar!

Todo se esdrujuliza en la dramática

madrugada del signo más ascético.

Todo se magnetiza en el magnético

paso de un Hombre con la cruz mesiánica.


No hay música, pintura ni gramática

que expresen su equilibrio apologético.

Y por Él se hace todo más patético

en la túnica, el cirio y la dalmática.


El sudor con la espina se enrojece,

y se pone morado y bruno el lienzo,

y la tez se hace tierra y se oscurece.


No, no es el fin, que sólo es el comienzo.

Queda mucho que andar y ya amanece,

Padre Nuestro que estás en San Lorenzo.


Los sevillanos nos movemos más por el tiempo que por el espacio. Rodrigo Caro acostumbrado a decir: “No he navegado en mi vida más que de Sevilla a Triana”. Hubo un tiempo, muy lejano, en que las Cogradias trianeras no cruzaban el rio. Hacían la estación de penitencia a la Real Parroquia de Señora Santa Ana, la Catedral trianera. Pero está bien que María salga a visitar a prima Isabel una vez al año. Qué inmenso honor. Y la Estrella incomparable, desde su observatorio de amor de San Jacinto, polarización de devociones, se viste de Domingo de Ramos, coge el camino más corto, el más recto, y se planta en Sevilla, que le dice: “Bendita Tú entre las mujeres. (…) Pero ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?” Y esta salutación de sorpresa , júbilo, entendimiento, cariño y complacencia va a repetirse el lunes ante la hermandad de San Gonzalo, donde Triana enriquece su trianerismo, y en la Madrugá esperanzada, y en el Viernes nazareno y expirante.


¿Qué es Triana, un milagro o un regalo?

Allí por donde va deja su huella.

Ilumina las calles con la Estrella

y trae la Salud de San Gonzalo.


Y entre tanta hermosura, un intervalo

para soñar con la Esperanza aquella.

¿Conoce Cristo cuál es la más bella

mientras expira en un sangriento palo?


Dos equilibrios, dos serenidades:

Patrocinio y la O. Y un Nazareno

que desata la fe de los cofrades.


Y un cachorro que llega a la Campana

y nadie frente a Él se siente ajeno,

que el cielo aquí se explica con Triana.






Desde la óptica figurada se ha conjeturada sobre si el Cachorro muere en Sevilla o en Triana. Pero nadie lo a visto muerto. Y es que este Cristo no acabará de morirse nunca. Está tan dentro de nuestra vida que seremos nosotros los que traspasemos la última Thule antes que Él, porque el Cachorro, rezagado en una agonía interminable, seguirá interrogando a la niebla letal que se cuela por su ojo derecho, mientras con el izquierdo nos adelanta el preanuncio de la resurrección.

Triana es para el pregonero, a parte de sus Hermandades y Cofradías, el encuentro con el tiempo perdido, sus catorce años, ella mor, el paseo en barca, el corral de vecinos, el patio, la cita, la novia, la cucaña, la misa en Santa Ana, el gozo de vivir, en suma.


Sé donde la vida empieza,

no donde la vida acaba.

Los gitanos en la Cava

y Ella en la calle Pureza.

Tres veces Cristo tropieza

al salir de la besana.

Y la dulce Capitana

quiere llevar al madero.

Ay, señor, ¿por qué la quiero,

si yo no soy de Triana?


Después de cruzar el puente

y visitarla en su casa,

yo no sé lo que me pasa

que me siento diferente.

Si la espada del relente

corta en sueño a la mañana,

mi sangre se hace campana

por su nudo marinero.

Ay, Señor, ¿por qué la quiero

si yo no soy de Triana?


Esperanza Trianera.

Yo con nadie la comparo,

pues siento de Dios el faro

es su celeste alfarera.

No hay naufragio en su ribera

ni sombra en su atarazana

pueda ser cruz en su albero.

Ay, Señor, ¿por qué la quiero

si yo no soy de Triana?


¿De dónde este amor, quién puso

raíces en su camarín?

Que este amor no tiene fin

y estoy en su amor recluso.

El mundo es ancho y difuso,

la vida es una Semana;

y cuando ella se engalana

yo me siento trianero.

Ay, Amor, ¿por qué la quiero

si yo no soy de Triana?


Joaquín Caro Romero

Sevilla 9 de Abril de 2000

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